martes, 4 de noviembre de 2008

Submarinos alemanes en Mar del Plata

Muy poca gente conoce que el último episodio de la Segunda Guerra Mundial, teatro de operaciones europeo, ocurrió en el balneario argentino de Mar de Plata, mas concretamente frente a Playa Grande.
Así como hoy en día numerosas personas afirman ver ovnis, a fines de la II guerra era común recibir denuncias de testigos que afirmaban haber visto submarinos alemanes operando frente a nuestras costas. Los oficiales de policía a cargo de tomar declaración lo hacian sin disimular una sonrisa condecendiente, o una mueca de molestia para quien habia interumpido su almuerzo.
A dos meses de terminada la guerra, se recibieron denuncias de submarinos operando frente a Santa Clara del Mar y Punta Mogotes.
El 9 de julio de 1945 la base naval de Mar del Plata estaba en letargo por el fin de semana largo cuando se observó a un submarino alemán, concretamente el U-530, hacer luces indicando su deseo de rendirse. La noticia cayó como una bomba en la Armada Argentina y en los servicios de inteligencia aliados. De los 6 botes de goma de U-boot, faltaba uno.
Sin embargo, continuaban las denuncias de avistajes, desechadas por las autoridades, era poco probable que a algún submarino alemán le quedara combustible para seguir operando, es más, para conseguir nafta a fin de quemar los cuerpos de Hitler y Eva Braun, sus edecanes debieron aspirar los fondos de los tanques de los vehículos oficiales.
El 17 de agosto aparece otro submarino frente a Mar del Plata, el U-977, al mando del joven Capitán Schäffer. El mundo estaba consternado. Los servicios de inteligencia aliados sospechaban que Hitler y Bormann habían escapado a la argentina en estos submarinos.
pero: ¿Como habrían podido salir de Berlín?
Las sospechas de haber rescatado a Hitler recaian sobre tres pilotos, todos los cuales están muy relacionados con la historia de nuestro país.
La primer sospechosa era la famosa piloto de planedores Hanna Reitsch, entonces en poder de la OSS y duramente interrogada por este tema. Fue la ultima en despegar de Berlín, carreteando de madrugada, bajo fuego ruso, por la destrozada Avenida de los Tilos. El segundo era el coronel Hans Rudel, piloto de Stuka y destructor de mas de 500 tanques rusos, quien la noche anterior, pese a sus graves heridas, sobrevoló Berlin en un bombardero mediano Heinkel 111, aunque aparentemente no pudo aterrizar. El tercer sospechoso era el piloto de caza Günter Bosser, quien luego de la guerra se radicó en Rio negro. Continuará.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Horacio, fui alumno tuyo de filosofía en el Mariano Moreno en 2004 (espero no haberme equivocado de "Horacio Rivara", si es así perdon). Me alegro que hayas podido desatar tu pasión por la aviación y por la historia con este libro que publicaste, un abrazo.......Federico Mana

Horacio Rivara dijo...

Estimado federico: No te equivocaste, soy el mismo, una sorpresa reencontrarte, un abrazo. Horacio

Anónimo dijo...

Acabo de terminar el libro y la verdad, no me convenció demasiado, está lleno de calificativos, comentarios irónicos y hasta errores que a mi entender, lo terminan por desmerecer. El autor adopta una pose crítica que si bien es tibia, no deja de ser subjetiva. No voy a hablar de los numerosos errores de impresión (palabras con mayúsculas que están con minúscula, faltas de comas, frases mal armadas, palabras repetidas, ausencia de preposiciones) porque son propias de quien hace una edicióna pulmón, pero contiene inexactitudes como que Albert Speer fue condenado a cadena perpetua en Nüremberg cuando en realidad se le dieron 20 años o la estupidez de que Hitler despreciaba a los japoneses por no ser de raza blanca. Me gustaría preguntarle al autor de donde sacó ese dato. Además, por lo que se lee, ningún as de la Luftwaffe parece haber sido nazi y así lo deja entrever en un video que subieron a Youtube. Decir que Hanna Reitsch no era nazi porque no estaba afiliada al partido es un soberano disparate. Invito a los interesados a que vean en La Caída el fanatismo del que estaba embuida. La verdad, el libro me pareció descepcionante. Tiré $49 a la calle.
Pepe